Año tras año hemos ido sembrando palabras, recogiendo historias y cosechando cantares para nutrir los huecos de nuestros cuerpos serranos; para saciar nuestra hambre de encuentro, de risa y miedo, de baile, escucha y entendimiento. La labor, como saben nuestros mayores, requiere de tenaciad y esfuerzo. La ilusión, como saben nuestros niños, vive en la imaginación y los sueños. Por eso nos inspiramos tanto del agua fresca de la fuente, como del sabor del vino añejo. Y así este encuentro va enraizando, poco a poco. Y floreciendo. Dando somra y cobijo a la música y al cuento.

Gracias por vuestra presencia, que da sentido y calidez al asunto. La calidad, pensamos, también estará a la altura del más caprichoso paladar. Confiamos en disfrutar un año más en vuestra compañía y que siga viva la lumbre que guisa el saber de la tierra, por mucho tiempo.